Santiago de León de Caracas

 

Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela y sede de los poderes públicos, se encuentra situada en la región centro-norte del país, en un valle de aproximadamente 25 Km. de longitud y a una altura que oscila entre 870 y 1.043 Mts, sobre el nivel del mar. Por su límite norte se levanta una imponente serranía que se eleva a 2.765 Mts, en su cumbre más prominente conocida como el Pico Naiguatá. Este esplendoroso monumento natural de tonalidades verdes y azules es el cerro Ávila o Guaraira Repano, término autóctono que significa "la ola que vino de lejos".


En cuanto al vocablo, Caracas con el cual fue "bautizada" la ciudad, se trata de una voz caribe que no tiene un significado preciso; lo único que ha podido establecerse es que con el mismo, los indios del Valle de los Toromaimas, designaban a una planta de hojas largas denominada Pira, Humboldt y Bompland cuando estuvieron de huéspedes en Caracas, a principios del siglo XIX, analizaron una Pira en las riberas del río Catuche, dándole por nombres Amarantus Caracasanus. La pluralización del término Caracas se debe sólo a los conquistadores españoles, quienes también le agregarán al nombre de Caracas, los apelativos de Santiago de León en ofrenda al Apóstol y en sumisión al Gobernador de la Provincia de Venezuela, Pedro Ponce de León.

 

La ciudad de Caracas en la actualidad está conformada por 22 Parroquias que integran el Municipio Bolivariano Libertador; esto es el Distrito Capital, que a su vez forma parte del Distrito Metropolitano creado en 1999. Este Distrito que sustituye al Área Metropolitana de Caracas (1951), comprende además del Municipio Bolivariano Libertador, las entidades análogas de Chacao, Sucre, Baruta y El Hatillo del Estado Miranda. Este extenso territorio, erróneamente se le ha comenzado a denominar "La Gran Caracas", algo que desde luego no tiene respaldo oficial ni cuenta con ninguna tradición histórica.


La fecha comúnmente aceptada para darle la fundación de la ciudad de Caracas, es el 25 de Julio de 1567. Sin embargo, existen opiniones bien sustentadas que apuntan a demostrar que el capitán Diego de Losada, lo que hizo fue refundar un pueblo de españoles, pues siete años antes, Francisco Fajardo había hecho lo propio, al elegir la Villa de San Francisco (1560). Este poblado fue de efímera existencia, al ser destruido por la resistencia indígena que se reanudó tras la alevosa muerte de Francisco Fajardo de manos de los propios españoles, quienes lo despreciaban por ser mestizo. Son estas las circunstancias que explican en parte que Losada llegará al Valle de los Toromaimas con la doble misión de poblar y reprimir, según lo dispuesto en la Real Cédula del 17 de junio de 1563, la cual portaba y autorizaba para actuar punitivamente contra los alzados e irreductibles indios Caracas y demás parcialidades indígenas.

 

Caracas se cimentó desde un improvisado campamento militar (Esq. Santa Capilla) y esta provisionalidad la mantendrá por algunos años, hasta tanto se quebrantará definitivamente la resistencia indígena.

Consolidada la conquista el tenso y precario proceso de colonización, la nueva sociedad que viene formándose en el crisol que fragua la cultura, costumbres y tradiciones criollas, harán que el mundo de los naturales se aleje y desaparezca, hasta ocupar su lugar esta nueva sociedad que le da carácter, inequívocamente a la pequeña ciudad de Santiago de León de Caracas.

Tres hechos confirman la importancia que había cobrado Caracas en sus tempranos tiempos formativos; el primero es de 1577 cuando le arrebató a la ciudad de Coro la titularidad de capital de la provincia de Venezuela, al residenciarse en Caracas el gobernador Don Juan de Pimentel. El segundo, cuando el Ayuntamiento a través de su Síndico Procurador de Cortes, Simón Bolívar (El viejo), logra desde Madrid una Real Cédula que autoriza a la ciudad a tener escudo de armas, derecho sobre los ejidos y que los Alcaldes pudieran encargarse interinamente del gobierno, sin la intromisión de la Audiencia de Santo Domingo en 1592. El último acontece en 1637 al establecerse la sede del obispado en Caracas. Estos sucesos apuntalarán inexorablemente la capitalidad que ostentará la ciudad de Caracas, a todo lo largo de la vida colonial, especialmente durante el siglo XVIII cuando se convierte en capital de la Capitanía General de Venezuela (1777), lo que implícitamente conlleva a reconocer su papel de unificadora de todo el territorio Colonial Venezolano. La creación de la Universidad (1721), el establecimiento de la Intendencia y Real Hacienda (1777), la Real Audiencia (1786), el Consulado (1793) y el Arzobispado (1803), son suficientes pruebas que demuestran lo sostenido de esta tendencia que no experimentará retrocesos luego de la Independencia de Venezuela en 1811.




Caracas se incorpora definitivamente a la vida republicana en 1821. A sus espaldas lleva el peso de la gloria de varios movimientos revolucionarios como lo fueron el de Gual y España (1799), el 19 de Abril (1810) y el 5 de Julio (1811); también le cabe la honra de ser "la cuna" donde nacieron hombres de fama universal como Simón Bolívar (1783), Francisco de Miranda (1750), Simón Rodríguez (1771), Andrés Bello (1781), y otra serie de personalidades que conformaron la elite de la espada y la toga que dieron existencia a la República de Venezuela.

 

La larga Guerra de Emancipación (1811 - 1821) y las secuelas del terremoto (1812), dejaron a la ciudad de Caracas empobrecida material y socialmente. Su recuperación fue lenta y penosa hasta el último tercio del siglo XIX. Los signos de progreso se asoman sin haberse disipado totalmente la humareda de pólvora que dejo la Guerra Federal (1859 - 1864), liderada en buena parte por Ezequiel Zamora (1817 - 1860) genuino revolucionario popular. Tras el triunfo de la Revolución de Abril (1870) del general Guzmán Blanco, Caracas será objeto de sistemáticos e intensos trabajos que le cambiarán en parte su fisonomía urbana. El "autócrata civilizador", como también era conocido Guzmán Blanco, obsesionado por el éxito que había alcanzado el Barón de Haussmann en la transformación urbana de París, intento emularlo en Caracas, sin admitir ninguna sugerencia. Derriba templos e iglesias y en su lugar construye el Capitolio Federal, el Panteón Nacional y un Teatro (Municipal); también dota a Caracas de un acueducto y paseos (El Calvario); pavimenta sus calles, ensaya con la luz eléctrica y de gas, se establecen los tranvías y los ferrocarriles que parten de la ciudad hacia la Guaira o Valencia. Para rendirle homenaje a los héroes de la Independencia, además del Panteón Nacional, inaugura la Plaza Bolívar (antigua plaza mayor y mercado) e inicia una tradición estatuaria en la ciudad al erigir las de Bolívar, Miranda y Washington, sin olvidar las de su propia persona, que popularmente las llamaron "El Saludante" y "El Manganzón". 



Se inauguran restaurantes, cafés, hoteles y almacenes.
Al finalizar el siglo XIX, Caracas no volverá a ser objeto de atención de los gobernantes a la manera y fama de Guzmán Blanco, Castro y Gómez quienes ocupan los primeros treinta y cinco años del siglo XX, poco o nada hacen por la ciudad, especialmente este último, quien prefirió residenciarse en la bucólica Maracay durante los veintisiete años de su férreo régimen. Caracas se encontraba pues, en estado de hibernación durante estos años.


Luego de la muerte del General Juan Vicente Gómez en 1935, Caracas será objeto de la atención gubernamental y del sector económico privado. Se intenta orientar su desarrollo de forma planificada y para ello se contratan tres arquitectos franceses que se comprometen a realizar un estudio sobre la ciudad con criterio futurista. Fueron éstos Rote, Lambert y Rotival, siendo este último, quien apellidó el gran plan para Caracas (1939). La renta petrolera que por primera vez registró un superávit en el Fisco Nacional, permitió que durante los gobiernos del General Isaías Medina Angarita (1939 - 1954) y el General Pérez Jiménez (1948 - 1958), Caracas alcanzará rasgos de una ciudad moderna. Muchos son los ejemplos que se pueden citar en obras de infraestructura como lo fueron: la reurbanización El Silencio (1943), la Ciudad Universitaria de Caracas (1953), diseñada por Carlos Raúl Villanueva y recientemente declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. Paseos como Los Próceres, el Círculo Militar, el Centro Simón Bolívar0 y las Torres de El Silencio, Avenidas Bolívar, Urdaneta, Nueva Granada y Victoria, son vivos testimonios que aún permanecen en Caracas. Pero a expensas de estos avances, la ciudad se ve dramáticamente afectada en su patrimonio arquitectónico en el casco central. Las viejas casonas y plazas que eran tangibles expresiones de lo que fue la vida colonial y decimonónica, fueron demolidas ante la atónita mirada de muchos caraqueños, quienes quedaron sumidos en la nostalgia por la irreparable pérdida. 


La Casa de Llaguno que servía de sede del Museo Colonial, fue unos de estos emblemáticos símbolos patrimoniales que desaparecieron entre "los polvos del progreso".





Caracas durante los últimos treinta años del siglo XX, pasará de ciudad cosmopolita a una verdadera megalópolis. Con más de cuatro millones de habitantes, cuya mayoría no está plenamente identificada con la idiosincrasia de la ciudad, interpretaron el intenso proceso de reedificación al que se sometía Caracas, como muestra de las bondades del progreso. Así agotadas las posibilidades de la expansión urbana caraqueña, al quedar saturado el viejo y estrecho valle de Caracas, se demuelen otros tantos vestigios patrimoniales y en su lugar construyen altos edificios y lujosos centros comerciales. A Caracas se le comienza a llamar entonces "la sucursal del cielo", pero no precisamente en alusión a la ciudad de eterna primavera, como fue conceptuada por el gobernador de la ciudad al Rey en 1577.



Pese a lo difícil o zozobrante que puede resultar hoy la vida en Caracas al igual que cualquier otra ciudad populosa en el mundo, los caraqueños mitigan las secuelas de la vida moderna en sitios que invitan al sosiego espiritual, bien en calidad de recogimiento o entretenimiento.

 



En este sentido la ciudad ofrece en su casco histórico, lugares como la Plaza Bolívar, el Palacio Arzobispal, el Museo Sacro, la Casa Natal del Libertador, el Palacio Federal (sede de la Asamblea Nacional), el Palacio de las Academias, el de la Gobernación y Casa Amarilla. En el Palacio Municipal se encuentra la Capilla Santa Rosa de Lima o de la Independencia, por ser este sitio donde se declaró la Independencia el 5 de Julio de 1811; al norte de Caracas está el Panteón Nacional y el Foro Libertador. Fuera del ámbito del casco histórico, Caracas ofrece los museos de Bellas Artes, de Ciencias Naturales y Arte Contemporáneo, así como la Galería de Arte Nacional y el Teatro Teresa Carreño, aledaños al parque Los Caobos. En la populosa parroquia la Candelaria, existe un verdadero emporio de restaurantes de comida típica española, dada la calidad gastronómica y los largos años de funcionamiento de estos establecimientos, el Concejo Municipal los declaró Patrimonio Gastronómico de la Ciudad.




Si existe en la ciudad una tradición de largo arraigo, esta es la del Nazareno de San Pablo, cuya imagen se venera en la Basílica de Santa Teresa, luego que el General Guzmán Blanco ordenara la demolición del antiguo templo de San Pablo, para edificar el Teatro que llevaría su nombre y que es hoy el Teatro Municipal. La procesión del Nazareno data de 1732 pero su devoción o fervor se inicia a raíz del milagro que el Nazareno le concede a la ciudad librándola de una terrible epidemia en la medianía del siglo XVIII, tradición que inmortalizó el Poeta Venezolano Andrés Eloy Blanco, con su famoso poema El Limonero del Señor. El Nazareno de San Pablo es quizá la única divinidad de todo el copioso santoral de Caracas, que realizó un milagro ante las inmensurables calamidades que le ha tocado vivir a la ciudad, en sus cuatrocientos treinta y cuatro años de historia.




Una de las más bellas ofrendas dadas a la ciudad de Caracas por uno de sus hijos, fue la que le hiciera nuestro Libertador Simón Bolívar en una carta dirigida al General Páez desde el Alto Perú, el 26 de Septiembre de 1825, cuando decía: 

"...Mil leguas ocuparán mis brazos, pero mi corazón se hallará siempre en Caracas: allí recibí la vida, allí debo rendirla; y mis Caraqueños serán siempre mis primeros compatriotas. 

Este sentimiento no me abandonará sino después de la muerte".

M.Sc. Guillermo Durand G.

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